domingo, 6 de octubre de 2013

Guayabas perversas.

Recuerdo la antigua casa de mi abuela, esa que era de madera, construida tipo americano por la empresa de mi abuelo después del ciclón Hilda del 58, según nos contaba la abuela "Tila".

Hoy evoque su recuerdo, cuando llegue a casa y vi en la mesa el frutero con enormes guayabas amarillas y arrugadas, esas que dan la sensación de que si las muerdes te rasparan la lengua.

En casa de mi abuela, la cocina daba al jardín, salias por atrás y veías un enorme campo lleno de arboles frutales, y un cúmulo de cosas viejas que mis primas y yo utilizábamos para jugar.

Justamente afuera de la puerta trasera, se encontraba un enorme árbol de guayabas, era prácticamente un palo con unas cuantas hojas, que proporcionaban un olor maravilloso, que tenia una forma retorcida que provocaba que sus ramas quedaran casi horizontales, pero a una altura de casi 2 metros.

A simple vista las guayabas se veían riquísimas, expedían un olor que provocaba que salivaras de inmediato, eran muy grandes y con la piel rugosa como las del frutero de la mesa de mi casa.

Pero esas guayabas contenían un horrible secreto. Muchos atrás, esas guayabas eran deliciosas, pero un día, el árbol de guayaba se lleno de plaga, nadie sabe como, ni de donde, ni porque, solamente un día amaneció con una plaga, que provocaba que el árbol tuviera una especie de hoyos en el tronco y que las guayabas estuvieran infestadas con gusanos.

Aún así, en nuestra niñez, no importaba mucho si tenían o no gusanos, usábamos esa rama de guayaba como barco, avión o nave espacial, y a las guayabas les dábamos pequeños mordiscos, las roíamos hasta que veíamos aparecer el gusano y las aventábamos entre las plantas de ornato de la abuela.

Muchas veces, esas guayabas no eran amarillas, estaban verdes, un color verde obscuro que las hacia tan duras que apenas si podíamos hincarles el diente, pero a pesar de la diarrea que nos causaba comer guayabas verdes, cuando eran amarillas sabían dulces, arenosas y expedían un olor delicioso, que nos atraía demasiado.

Las perversas guayabas nos sacaban del trance oloroso, cuando se veía aparecer un punto negro o una cabecita de entre la pulpa blanquizca y debíamos tirarla para evitar comer carne envuelta en fruta.

Deliciosas guayabas arrugadas, cuantos recuerdos traen.



Yo quiero tu libro.


El día comenzó regular. Como siempre llegue tarde a mi clase de inglés, no se a quién se le ocurre dar clases los sábados en la mañana, sobre todo cuando el viernes te vas de farra y te duele la cabeza al despertar, es una tortura tratar de escuchar al maestro y enfocar las letras del pizarrón.
Después de algunas horas en se caluroso salón de clases, por fin se dio la hora final y me dispuse muy contenta a ir al Parque México, ya que ahí se llevaría a cabo un intercambio de libros, proyecto del que estoy enamorada y donde he encontrado libros maravillosos.
Ya en el parque, empiezo a montar mi stand con libros y revistas y una señora, muy mona ella, se acerca a preguntar si eramos los de los libros, internamente respondí: -¿Que el letrero con enormes letras negras que dice Intercambio de Libros no es suficiente para saber que "somos los de los libros"? pero para no verme grosera solo le dije: Si, bienvenida, y sonreí como tonta, (casi no se me da).

En fin, esa señora resulto ser una acaparadora virtual de libros ya que vio los míos y los pesco de inmediato: -Quiero este, este y este...aaah y estos 2 también- La verdad sus libros no eran muy de mi interés, pero no quise verme mala onda y le dije: -bueno, pues... estos están bien, te parece?
En ese momento una pareja que iba llegando, estaba colocando su stand y sacando sus maravillosos libros en una banca, esperando a los interesados por sus libros, traían unos títulos muy interesantes, a la señora le brillaron los ojos y con una gran desfachatez me dijo: -Oye me interesan sus libros, deja que escojan primero y si no quieren ninguno te aviso, ¿va?
¿Perdoooooón? O sea, si ya estaba haciendo el trato conmigo, porque ellos escogían primero, ¿que nadie le enseño que si ya esta haciendo un trato no puede romperlo así?

Pues me puse como chango rabioso, le regrese sus 4 libros y deje que la "amable" señora, fuera a hablar con los recién llegados, que por cierto, era toda una experiencia.

Resulta que la pareja que llego con libros super interesantes, venían buscando literatura muy específica, y como sus libros eran muy buenos, no pretendían cambiarlos por literatura poco valiosa o libros corrientes, así que con todo y sus fachas de vagos, batearon a la señora con sus librillos feuchos, esos que yo le iba a hacer el favor de cambiarle por "buena onda",  y ellos amablemente le dijeron: -No, buscamos literatura universal valiosa.

Batazo de hiiiit!! Que bueno por ser poco seria, no pude evitar reírme de la desgracia de la señora, y yo, la verdad ya no busque cambiar con ella, pero cuando ya se iba me pregunto que libros iba a querer por los míos, la verdad le dije q los que estaban ahí ya no me gustaban, así que me los tuvo que devolver, fue mi pequeña venganza.

La actitud poser intelectualoide de la pareja con los libros lindos hizo que el ambiente se tornara un poco pesado, tenso, ya que muchos deseaban sus libros y ellos solo hacían jetas y decían que no, entonces a que fueron? Se me hace que los cabellos largos y la barba de cavernícola del chico no lo dejaba pensar bien, pero claro es el típico mugroso con dinero que saca su celular carísimo para que los demás se den cuenta que ellos eran superiores a todos los demás y que no se prestaban al dialogo porque no les entenderíamos por su lenguaje superior, aunque bueno, no niego que la invade me corroe un poquito por tan lindos volúmenes, los cuales no podre tener pronto por el alto precio, pero ellos son mala onda por no compartir.

Ojalá que en el próximo intercambio de libros me vaya mejor que en este.